Bueno gente, les quería comentar que mudo mi blog. No es una mudanza de cero, ya que todo el material alojado acá, ya está disponible para verlo en el nuevo. El otro funciona un poco más veloz y tiene un estilo más prolijo. De paso, los que visiten el nuevo, voten en la encuesta que encontrarán allá para saber que tal les cayó el cambio de diseño. Bueno gente, saludos
Acá les dejo el link:
http://cuentosdemente.myartsonline.com/
Si alguno está suscripto al feed/RSS agregue el nuevo, que lo encontrarán en el blog o en este link.
martes, 1 de enero de 2008
sábado, 22 de diciembre de 2007
Felices Fiestas!!!.... con regalo incluido
Bueno aprovecho que hoy tuve el día bastante libre y con vacaciones aseguradas y con envión anímico de Soda, es el momento propicio para esto ya que uno nunca sabe el estado en el que terminará el 24 a la noche....Por eso les deseo una muy....
Pasenla bien, morfense todo, tomense hasta el agua de los floreros, eso sí guarda con los corchos y lo' petardo' que después pasas año nuevo en el instituto del quemado. Saludos y pasenla bomba!!!!!
PD: no, no era una trampa lo del regalo para que lean este post. Para los que comparten mi fanatismo con esa serie llamada LOST acá va el regalo de navidad...
FELIZ NAVIDAD!!!!!!!!!!!! JOJOJOJO
Pasenla bien, morfense todo, tomense hasta el agua de los floreros, eso sí guarda con los corchos y lo' petardo' que después pasas año nuevo en el instituto del quemado. Saludos y pasenla bomba!!!!!
PD: no, no era una trampa lo del regalo para que lean este post. Para los que comparten mi fanatismo con esa serie llamada LOST acá va el regalo de navidad...
lunes, 3 de diciembre de 2007
Nissan Qashqai
Bueno gente rompo mi hermetismo auto-impuesto a causa de una catarata de parciales solamente para compartir esta publicidad de autos con ustedes que es simplemente genial. Sin duda un laburo inmenso para poder hacerla. ¡Disfruten!
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miércoles, 21 de noviembre de 2007
Recuerdos
Lamento la ausencia (prolongada, por cierto) pero debido a unos contratiempos de índole personal y también complicaciones técnicas con el blog no pude actualizar ni siquiera subir algún dato curioso. Este post no pretende ser una reinauguración ni nada menos. Pero, para "llenar" el vacío que dejaron la ausencia de posts, he aquí otro cuento de mi autoría. Este cuento en particular lo escribí todo de un tirón, sin reescrituras ni nada por el estilo. Radica allí también la longitud (o más bien la falta de ella) que no se corresponde con mis anteriores cuentos. Bueno basta de cháchara y a leer cara**!!!!! Como siempre....¡Disfruten!
¿Dónde quedaron mis años? ¿Dónde quedaron esos momentos hermosos que viví? Supongo que es lo mismo que se preguntarán todos, pero ¿como pensar en estos sentimientos de manera objetiva?
Siempre vengo a este lugar, a la noche. Uno de los pocos lugares donde encuentro paz. Vengo religiosamente todos los días y me paso horas y horas caminando y meditando sobre mis años pasados. Curiosamente nunca pienso sobre los años que vendrán, simplemente no empeño tiempo en ello. A menudo recupero memorias que creía haber olvidado, como la vez que cumplí 8 años. Ese cumpleaños lo festejé en un salón, como se acostumbraba en los tiempos en que yo era chico. Un hermoso salón que mi mamá había decorado de manera espectacular. Recuerdo la impaciencia que me invadía cuando esperaba ansiosamente la llegada de mis compañeros de clase. ¿Qué regalos me traerían? ¿Vendrían todos mis amigos? Rezaba con que nadie repitiese su regalo, como me había pasado anteriormente. Esperando en el salón mi papá y mi primo me llevaron a la juguetería más cercana donde me pidieron que eligiera algún juguete. Cabe destacar que amo las jugueterías, me parecen uno de los pocos lugares donde la imaginación no se ve limitada. Aún cuando era mayor seguía visitándolas.
Conociendo que tardaría mucho tiempo en elegir el juguete, era todo una trampa dispuesta por mi madre, me había dado cuenta con el pasar de los años. Cuando compramos el juguete volvimos al salón y, a pesar del juguete recién comprado, la ausencia de mis compañeros me preocupaba. Vi varios familiares como tíos y abuelas, pero yo quería festejar con mis amigos. Mientras saludaba a mi tía comenzó a sonar música como por arte de magia y a continuación un telón se corrió dejando al descubierto a todos mis amigos cantando el feliz cumpleaños. Mi mamá siempre me recordaba que mi cara en ese momento no mostraba otra cosa que gran felicidad. Uno de los recuerdos más felices de mi niñez. A menudo también recordaba los momentos pasados con mis amigos en la escuela, las travesuras y las charlas infinitas sobre variados temas. Realmente los extraño con todo el corazón. Pero la vida tiene vueltas y sorpresas para las cuales uno nunca está preparado. El recuerdo de mis muchas mascotas también me llenaba de felicidad, y a la vez, de melancolía. Recordaba en especial a un perro que tuve durante toda mi adolescencia llamado Sabiondo en honor al perro del “Insp. Gadget”, mi serie favorita cuando era niño. Era un perro en apariencia igual al de los dibujos. Recordaba los juegos y los momentos que pasaba con él aún cuando yo no estaba dispuesto a jugar, su lealtad era inquebrantable.
Igual de inquebrantable que la presencia de la luna, mi compañera nocturna. Casualmente hoy más iluminada que nunca. No hay imagen más bella que la de un paisaje bañado por la luz de la luna creando luces, sombras y colores que ningún otro fenómeno puede igualar. Es por eso que adoro tanto la noche y mis caminatas nocturnas. El silencio también me gusta mucho. Pero no el silencio eterno, sino el silencio precedido por una atmósfera ruidosa. Ese instante de paz y calma. Por ejemplo cuando nos acostamos y nos disponemos a dormir. Hay pocas situaciones que añore con tanta intensidad. Mis parejas, los momentos pasados con ellas, son otras memorias que me traen recuerdo felices, las infinitas charlas sobre temas que ni yo hubiese creído estar interesado, los besos compartidos, y por qué no los robados.
Completando mi habitual caminata me detengo siempre en el mismo lugar, adornado por una hermosa orquídea azul, la flor favorita de mi madre, y realizo mi última meditación de la noche. Totalmente estático en ese lugar, me pregunto como hubiesen sido las cosas de otra manera, si aquella vez no salía de mi casa. ¿Será mi castigo recordar con tanto cariño mis años pasados?. Pero me digo a mi mismo que todas estas memorias, todos estos recuerdos son mis únicas posesiones. Todo lo que tengo. Eso y un trozo de piedra maciza con una frase tallada en ella resumiendo mi vida con una capacidad de síntesis envidiable:
“Aquí yace Matías, amado hijo y amigo”
1984-2005
¿Dónde quedaron mis años? ¿Dónde quedaron esos momentos hermosos que viví? Supongo que es lo mismo que se preguntarán todos, pero ¿como pensar en estos sentimientos de manera objetiva?
Siempre vengo a este lugar, a la noche. Uno de los pocos lugares donde encuentro paz. Vengo religiosamente todos los días y me paso horas y horas caminando y meditando sobre mis años pasados. Curiosamente nunca pienso sobre los años que vendrán, simplemente no empeño tiempo en ello. A menudo recupero memorias que creía haber olvidado, como la vez que cumplí 8 años. Ese cumpleaños lo festejé en un salón, como se acostumbraba en los tiempos en que yo era chico. Un hermoso salón que mi mamá había decorado de manera espectacular. Recuerdo la impaciencia que me invadía cuando esperaba ansiosamente la llegada de mis compañeros de clase. ¿Qué regalos me traerían? ¿Vendrían todos mis amigos? Rezaba con que nadie repitiese su regalo, como me había pasado anteriormente. Esperando en el salón mi papá y mi primo me llevaron a la juguetería más cercana donde me pidieron que eligiera algún juguete. Cabe destacar que amo las jugueterías, me parecen uno de los pocos lugares donde la imaginación no se ve limitada. Aún cuando era mayor seguía visitándolas.
Conociendo que tardaría mucho tiempo en elegir el juguete, era todo una trampa dispuesta por mi madre, me había dado cuenta con el pasar de los años. Cuando compramos el juguete volvimos al salón y, a pesar del juguete recién comprado, la ausencia de mis compañeros me preocupaba. Vi varios familiares como tíos y abuelas, pero yo quería festejar con mis amigos. Mientras saludaba a mi tía comenzó a sonar música como por arte de magia y a continuación un telón se corrió dejando al descubierto a todos mis amigos cantando el feliz cumpleaños. Mi mamá siempre me recordaba que mi cara en ese momento no mostraba otra cosa que gran felicidad. Uno de los recuerdos más felices de mi niñez. A menudo también recordaba los momentos pasados con mis amigos en la escuela, las travesuras y las charlas infinitas sobre variados temas. Realmente los extraño con todo el corazón. Pero la vida tiene vueltas y sorpresas para las cuales uno nunca está preparado. El recuerdo de mis muchas mascotas también me llenaba de felicidad, y a la vez, de melancolía. Recordaba en especial a un perro que tuve durante toda mi adolescencia llamado Sabiondo en honor al perro del “Insp. Gadget”, mi serie favorita cuando era niño. Era un perro en apariencia igual al de los dibujos. Recordaba los juegos y los momentos que pasaba con él aún cuando yo no estaba dispuesto a jugar, su lealtad era inquebrantable.
Igual de inquebrantable que la presencia de la luna, mi compañera nocturna. Casualmente hoy más iluminada que nunca. No hay imagen más bella que la de un paisaje bañado por la luz de la luna creando luces, sombras y colores que ningún otro fenómeno puede igualar. Es por eso que adoro tanto la noche y mis caminatas nocturnas. El silencio también me gusta mucho. Pero no el silencio eterno, sino el silencio precedido por una atmósfera ruidosa. Ese instante de paz y calma. Por ejemplo cuando nos acostamos y nos disponemos a dormir. Hay pocas situaciones que añore con tanta intensidad. Mis parejas, los momentos pasados con ellas, son otras memorias que me traen recuerdo felices, las infinitas charlas sobre temas que ni yo hubiese creído estar interesado, los besos compartidos, y por qué no los robados.
Completando mi habitual caminata me detengo siempre en el mismo lugar, adornado por una hermosa orquídea azul, la flor favorita de mi madre, y realizo mi última meditación de la noche. Totalmente estático en ese lugar, me pregunto como hubiesen sido las cosas de otra manera, si aquella vez no salía de mi casa. ¿Será mi castigo recordar con tanto cariño mis años pasados?. Pero me digo a mi mismo que todas estas memorias, todos estos recuerdos son mis únicas posesiones. Todo lo que tengo. Eso y un trozo de piedra maciza con una frase tallada en ella resumiendo mi vida con una capacidad de síntesis envidiable:
“Aquí yace Matías, amado hijo y amigo”
1984-2005
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lunes, 1 de octubre de 2007
Cuarta Persona
Otro cuento lokoo. No, en serio, este cuento es quizás el más normal de mis cuentos pero a su vez extraño en narración. Soy así vio, qué se le va a hacer. Leanlo, y ustedes juzguen. ¡Disfruten!
Me encantan estos días, estos días en los cuales el sol resplandece como si fuese una pieza de oro real. Son aproximadamente las 9 de la mañana y espero unos minutos para despertar a mi mujer de la manera más amorosa y tierna que pueda, para luego invitarla a pasar el día fuera junto con nuestro hijo. Mientras espero me enjuago las manos en el lavabo y aviento un poco de agua fría para despabilarme. Con la cara empapada me miro al espejo observando con especial atención cada una de mis características. Mi nariz prominente, mis labios perfectos (según mi mujer), mis ojos color azabache. Al mirar directamente en mis propios ojos quedo totalmente paralizado y atrapado por el color profundo de los mismos, achicando cada vez mas mi ángulo de visión hasta que salgo del estado hipnótico en el que me encontraba alejándome lentamente para poder apreciar el pelaje de color negro profundo de mi mascota, Charcol. Lo llamé así por su pelaje negro reminiscente del carbón, es por eso que Charcol es una deformidad de la palabra charcoal (carbón en inglés). Es un gato con una inteligencia casi a la par de la de un humano. No es por exagerar, sino que es verdaderamente inteligente; basta con observarlo cazar su platillo favorito, los insectos. No caza como cualquier animal que podrían ver en un documental sino que se divierte con ellos haciéndolos correr o poniéndolos boca arriba y viceversa, algo que me asombra ya que un animal que se dice se basa en el instinto, abusa de su poder para con otro ser vivo. Esa característica es propia del ser humano, y qué utilizada ¿verdad?
Cansado de estar tanto tiempo sentado me levanto y me dirijo camino al ventanal de mi sala de estar sin antes acariciar a mi mascota durante el camino. Acerco tanto mi cara al vidrio que puede verse, a pesar del hermoso día soleado, mi húmeda respiración impregnada en el cristal de mi ventana. Observando con detenimiento este fenómeno respiro más rápido y de manera más profunda para poder cubrir, aunque inútilmente, la mayor porción de ventana que pudiese. Inmiscuido en este divertimento, el reto de mi padre interrumpe mi concentración con el aviso de que no haga tal juego ya que mancharía los cristales del auto 0 km que compró hace poco tiempo. Gracias a la interrupción de mi padre puedo observar, una vez despejada la humedad de la ventanilla del auto, a un hombre parado en su ventana acariciando un gato. Me le quedo mirando fijamente pero la velocidad del auto impide que siga con ello. Dejo de mirar hacia fuera y me acomodo en mi asiento pensando en lo recién sucedido obviando totalmente la conversación que mi hermana quería iniciar conmigo. Gracias a un golpe en mi brazo logra finalmente mi atención para descubrir que no quiere otra cosa que jugar un simple juego. Trato de prestarle atención pero la rotunda negativa de mi padre para tal divertimento hace que mi mirada se concentre en el espejo retrovisor pudiendo solamente ver sus ojos violentamente puestos en dirección nuestra.
-No me mires así –le dije casi gritando – Te dije que era la única alternativa –agrego entre lágrimas
-Si lo dejábamos con vida podía contarle todo a la policía –le grité
-¡No digas eso para justificarte! –me respondió con la misma mirada imperturbable
-Vos lo mataste y vas a tener que vivir con esa culpa –me dijo, lastimándome casi más que un puñal
-Si sos lo suficientemente estúpido como para tener que matar a alguien, es tu puto problema –retorcía el puñal en mi herida
-Claro, ¿no? Ahora es mi culpa, vos lo sedujiste para estafarlo; yo lo mato y es solo mi culpa –le replico subiendo la apuesta
Y antes de que pudiese seguir hablando estrello una pieza de arte contra su cabeza desplomándolo en el suelo. Me acerco temerosa. Pensaba que lo había matado. ¿Podía estar muerto? No, seguro solamente estaba inconsciente. Me acercó a su rostro y cuando trato de ver si puede respirar me agarra la cabeza fuertemente y entre murmullos me dice insultos de todo tipo y luego –claramente- grita: ¡Ayúdame!
Ayúdame era lo único que repetía una y otra vez. Lo repetía en todos los tonos posibles y de distintas maneras. Y eso hacía que todas las personas miraran la situación con la curiosidad de saber quien gritaba y por qué.
-¡Ayúdame! –gritaba, mientras trataba de tomarle el pulso
-Enfermera, anestésielo, ya – me dijo
-Doctor, el pulso está bajo quizás...
-Entonces póngale un sedante –me interrumpe bruscamente
Entre los gritos del paciente logré aplicarle una inyección, que cumplió con su cometido. Ahora sí, más tranquilos, podíamos proceder con nuestro deber, debíamos salvarle su pierna. Lo llevamos al quirófano y comenzamos con la operación. Desafortunadamente, la pierna era insalvable ya que tenía absolutamente todos sus músculos y tendones destruidos por el impacto, como también sus huesos padecían de múltiples fracturas. Igualmente era sólo un perro. Sí de seguro era un perro, estaba oscuro, pero tenía que ser un perro. ¿Si no lo era? ¿Qué hago? ¿Vuelvo? No, no puedo volver. Pero si no vuelvo nunca voy a saberlo. Además ya estoy muy lejos ¡Dios, Dios! No importa, cuando llegue a casa limpio la sangre y listo, no tengo por qué preocuparme. Si, seguro no va a pasar nada. Si le pude esconder eso a mi mujer bien puedo zafar de esta, si, si no tengo por qué preocuparme. ¿Pero y si me descubre? -Yo sé mentir muy bien pero viste como es esto, un error y chau
-Si, te entiendo totalmente. Pero no te preocupes
-Pero el miedo siempre está, cada mirada me parece que sospecha o sabe. No sé, me estoy volviendo paranoica
-Ay pero no te persigas, mientras te mantengas atenta, no pasa nada
-Si, tenés razón, pero tampoco quiero pasarme la vida entera actuando
-¿Por qué no? ¿qué tiene de malo?
-No, no tiene nada de malo. Pero ya no soy un pendejo... Pidamos un café
-Ok... Pero bueno tampoco te tires abajo así, sos buen actor
-Sí, a vos te parece eso pero ningún director o productor piensa lo mismo. Siempre actuando por amor al arte, un poco está bien, pero yo tengo que comer.- replica enérgicamente haciéndose paso entre el bullicio del café
-Bueno calmate. Che y como está, eh... ¿cómo se llama?
-Agustina –responde por pura formalidad
-¿Cómo va la cosa?
-Como todo en mi vida, perfecto
-¿En serio?
-Encima te tengo que explicar los chistes -
-Disculpá, pero ¿que pasó?, ¿no estaban super-enamorados?
-Si, enamorados. El amor es cómo el resfriado, les pasa a todos, todos saben qué es, pero nadie conoce la cura. El amor, amor
-Amor, amor- escucho un murmullo en mi oreja
-Despertate, que el día es hermoso, vamos a salir, dale- trata de despertarme
Logro abrir los ojos y veo que son las 9 y 5 de la mañana.
-Déjame dormir 5 minutos más- tratando de seguir un poco más en la cama
-Dale que se hace tarde- insiste
-5 minutos más, nada más. Después de todo ¿Que puede pasar en 5 minutos?– y apoyo nuevamente mi cabeza sobre la almohada.
Me encantan estos días, estos días en los cuales el sol resplandece como si fuese una pieza de oro real. Son aproximadamente las 9 de la mañana y espero unos minutos para despertar a mi mujer de la manera más amorosa y tierna que pueda, para luego invitarla a pasar el día fuera junto con nuestro hijo. Mientras espero me enjuago las manos en el lavabo y aviento un poco de agua fría para despabilarme. Con la cara empapada me miro al espejo observando con especial atención cada una de mis características. Mi nariz prominente, mis labios perfectos (según mi mujer), mis ojos color azabache. Al mirar directamente en mis propios ojos quedo totalmente paralizado y atrapado por el color profundo de los mismos, achicando cada vez mas mi ángulo de visión hasta que salgo del estado hipnótico en el que me encontraba alejándome lentamente para poder apreciar el pelaje de color negro profundo de mi mascota, Charcol. Lo llamé así por su pelaje negro reminiscente del carbón, es por eso que Charcol es una deformidad de la palabra charcoal (carbón en inglés). Es un gato con una inteligencia casi a la par de la de un humano. No es por exagerar, sino que es verdaderamente inteligente; basta con observarlo cazar su platillo favorito, los insectos. No caza como cualquier animal que podrían ver en un documental sino que se divierte con ellos haciéndolos correr o poniéndolos boca arriba y viceversa, algo que me asombra ya que un animal que se dice se basa en el instinto, abusa de su poder para con otro ser vivo. Esa característica es propia del ser humano, y qué utilizada ¿verdad?
Cansado de estar tanto tiempo sentado me levanto y me dirijo camino al ventanal de mi sala de estar sin antes acariciar a mi mascota durante el camino. Acerco tanto mi cara al vidrio que puede verse, a pesar del hermoso día soleado, mi húmeda respiración impregnada en el cristal de mi ventana. Observando con detenimiento este fenómeno respiro más rápido y de manera más profunda para poder cubrir, aunque inútilmente, la mayor porción de ventana que pudiese. Inmiscuido en este divertimento, el reto de mi padre interrumpe mi concentración con el aviso de que no haga tal juego ya que mancharía los cristales del auto 0 km que compró hace poco tiempo. Gracias a la interrupción de mi padre puedo observar, una vez despejada la humedad de la ventanilla del auto, a un hombre parado en su ventana acariciando un gato. Me le quedo mirando fijamente pero la velocidad del auto impide que siga con ello. Dejo de mirar hacia fuera y me acomodo en mi asiento pensando en lo recién sucedido obviando totalmente la conversación que mi hermana quería iniciar conmigo. Gracias a un golpe en mi brazo logra finalmente mi atención para descubrir que no quiere otra cosa que jugar un simple juego. Trato de prestarle atención pero la rotunda negativa de mi padre para tal divertimento hace que mi mirada se concentre en el espejo retrovisor pudiendo solamente ver sus ojos violentamente puestos en dirección nuestra.
-No me mires así –le dije casi gritando – Te dije que era la única alternativa –agrego entre lágrimas
-Si lo dejábamos con vida podía contarle todo a la policía –le grité
-¡No digas eso para justificarte! –me respondió con la misma mirada imperturbable
-Vos lo mataste y vas a tener que vivir con esa culpa –me dijo, lastimándome casi más que un puñal
-Si sos lo suficientemente estúpido como para tener que matar a alguien, es tu puto problema –retorcía el puñal en mi herida
-Claro, ¿no? Ahora es mi culpa, vos lo sedujiste para estafarlo; yo lo mato y es solo mi culpa –le replico subiendo la apuesta
Y antes de que pudiese seguir hablando estrello una pieza de arte contra su cabeza desplomándolo en el suelo. Me acerco temerosa. Pensaba que lo había matado. ¿Podía estar muerto? No, seguro solamente estaba inconsciente. Me acercó a su rostro y cuando trato de ver si puede respirar me agarra la cabeza fuertemente y entre murmullos me dice insultos de todo tipo y luego –claramente- grita: ¡Ayúdame!
Ayúdame era lo único que repetía una y otra vez. Lo repetía en todos los tonos posibles y de distintas maneras. Y eso hacía que todas las personas miraran la situación con la curiosidad de saber quien gritaba y por qué.
-¡Ayúdame! –gritaba, mientras trataba de tomarle el pulso
-Enfermera, anestésielo, ya – me dijo
-Doctor, el pulso está bajo quizás...
-Entonces póngale un sedante –me interrumpe bruscamente
Entre los gritos del paciente logré aplicarle una inyección, que cumplió con su cometido. Ahora sí, más tranquilos, podíamos proceder con nuestro deber, debíamos salvarle su pierna. Lo llevamos al quirófano y comenzamos con la operación. Desafortunadamente, la pierna era insalvable ya que tenía absolutamente todos sus músculos y tendones destruidos por el impacto, como también sus huesos padecían de múltiples fracturas. Igualmente era sólo un perro. Sí de seguro era un perro, estaba oscuro, pero tenía que ser un perro. ¿Si no lo era? ¿Qué hago? ¿Vuelvo? No, no puedo volver. Pero si no vuelvo nunca voy a saberlo. Además ya estoy muy lejos ¡Dios, Dios! No importa, cuando llegue a casa limpio la sangre y listo, no tengo por qué preocuparme. Si, seguro no va a pasar nada. Si le pude esconder eso a mi mujer bien puedo zafar de esta, si, si no tengo por qué preocuparme. ¿Pero y si me descubre? -Yo sé mentir muy bien pero viste como es esto, un error y chau
-Si, te entiendo totalmente. Pero no te preocupes
-Pero el miedo siempre está, cada mirada me parece que sospecha o sabe. No sé, me estoy volviendo paranoica
-Ay pero no te persigas, mientras te mantengas atenta, no pasa nada
-Si, tenés razón, pero tampoco quiero pasarme la vida entera actuando
-¿Por qué no? ¿qué tiene de malo?
-No, no tiene nada de malo. Pero ya no soy un pendejo... Pidamos un café
-Ok... Pero bueno tampoco te tires abajo así, sos buen actor
-Sí, a vos te parece eso pero ningún director o productor piensa lo mismo. Siempre actuando por amor al arte, un poco está bien, pero yo tengo que comer.- replica enérgicamente haciéndose paso entre el bullicio del café
-Bueno calmate. Che y como está, eh... ¿cómo se llama?
-Agustina –responde por pura formalidad
-¿Cómo va la cosa?
-Como todo en mi vida, perfecto
-¿En serio?
-Encima te tengo que explicar los chistes -
-Disculpá, pero ¿que pasó?, ¿no estaban super-enamorados?
-Si, enamorados. El amor es cómo el resfriado, les pasa a todos, todos saben qué es, pero nadie conoce la cura. El amor, amor
-Amor, amor- escucho un murmullo en mi oreja
-Despertate, que el día es hermoso, vamos a salir, dale- trata de despertarme
Logro abrir los ojos y veo que son las 9 y 5 de la mañana.
-Déjame dormir 5 minutos más- tratando de seguir un poco más en la cama
-Dale que se hace tarde- insiste
-5 minutos más, nada más. Después de todo ¿Que puede pasar en 5 minutos?– y apoyo nuevamente mi cabeza sobre la almohada.
Eldemente
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