viernes, 21 de septiembre de 2007

Feliz Día de la Primavera

Les deseo a todos un muy buen...


¡¡¡¡DIA DE LA PRIMAVERA!!!!


Este es un día muy especial para mí porque también cumplo años. Es el día de hoy que ahora tendré que empezar a contar mi edad con el dígito 2 adelante. Pero no le quiero arruinar el día a nadie y solamente les deseo que festejen este día ya sea en los bosques de Palermo o estudiando historia como yo (iuupiiii...).
Ah, también les deseo a todos los que comparten mi sufrimiento un muy buen...


¡¡¡¡DIA DEL ESTUDIANTE!!!!


Sin más me despido y les deseo que terminen bien su día, Saludos y ¡Disfruten!


miércoles, 12 de septiembre de 2007

Iron Man: La Película

Ya salió en internet el lunes el trailer de la adaptación de Iron Man en pantalla grande y les tengo que decir que se me volaron las chapas (en parte por mi fanatismo con este tipo de pelis) y NI HABLAR de la parte en que aparece una de las mejores canciones del rock que le queda pintada este personaje, véanlo por ustedes mismos. ¡Disfruten!



Si quieren verlo en una mejor calidad (formato quicktime), esta es la página oficial.

http://www.ironmanmovie.com/



domingo, 2 de septiembre de 2007

El Coleccionista

Mirá, mirá tengo un cuento, mirá. Desvarío de lado les dejo mi última y más brillante creación (cualquieraaaa chabón). Bueno, el calificativo se lo ponen ustedes. Acuerdense de firmar no sean f*****. ¡Disfruten!

Siempre me maravillaron las cosas pequeñas, no me malinterpreten, toda la vida preferiría un abundante plato de comida a una porción minúscula digna de un pájaro; pero a lo que me refiero es a los detalles pequeños. Por ejemplo, cuando era niño coleccionaba soldaditos de plomo. Eran hermosos, cada uno con su respectiva arma y pose específica para cumplir su rol en el combate que mi mente, conjunta con mi imaginación, designase. Los compraba en unas revistas que vendían en los kioscos importadas desde Europa y cada vez que salían, el lunes de cada mes, iba corriendo al kiosco de mi barrio a comprarlas ya casi, como decía mi madre, de manera compulsiva.
Pero los comentarios de ella no me importaban demasiado porque cuando abría el paquete en el cual se encontraba envuelta la revista sentía una excitación y una emoción inigualables, es más, una vez sacado el soldadillo de plomo lo dejaba a un lado y me ponía a ojear la revista casi de un modo agresivo buscando cuantos números faltaban para completar mi colección o, por lo menos, que figura me tocaría el próximo lunes del mes siguiente. Una vez satisfecho mi apetito parcial por saber cual sería mi próxima figura a adquirir retomaba la figura nueva y la ponía junto a sus nuevos amigos, a los cuales, supongo, ya había conocido en donde los fabrican. Ahora a ustedes quizá les parecerá una manía estúpida o dirán, que desperdiciaba mi niñez con semejante banalidad, pero si sólo supiesen la alegría que yo tenía al jugar con ellos. Igualmente la posibilidad de jugar con ellos no era lo que me atraía verdaderamente, sino el detalle con el cual estaban hechos, y más aún la posibilidad de pintarlos y poder agregarle más detalles todavía a esas espléndidas figuras que tenía en mis manos. Para ello me hice un experto en la materia, un poco ayudado por la revista que venía conjunta con los soldados y otro poco ayudado ya sea por libros o consejos de parientes o amigos. Conseguí la dirección de un sitio especializado en la materia, a lo cual no desperdicié ni un minuto y fui directo hacia ese lugar y cuando llegué me quedé realmente sorprendido. El lugar estaba ubicado en una galería cerca de el parque Rivadavia en un local que formaba una esquina en los ficticios pasillos de la galería colmados de tiendas de ropa incapaces de igualar la magia que encontraría en esa tienda. Cuando llegué me quedé anonadado con lo que veía, sí me quedé realmente estupefacto, con solo decirles que mientras les cuento esto recuerdo ese momento con mucha felicidad. La vidriera de este local, llamado “Mundo Fantástico”, estaba llena de todo tipo de figuras coleccionables y armables: aviones de la 2º guerra mundial, soldados medievales, autos para armar, ¡ay Dios! Si tan solo hubiesen visto esa magnífica vidriera.
Una vez dentro me dispuse a evacuar mis dudas con respecto a este hobby, en el cual estaba inmerso, ayudado por el dueño de esta tienda, un hombre bajito con anteojos y de extravagante apariencia. El me preguntó que qué era lo que estaba buscando y yo le dije que quería todas las herramientas necesarias para poder darle vida a mi colección de soldados recién adquiridos porque el gris plomo, comenté con él tomándome el atrevimiento de tutearlo, me parecía poco para semejante calidad de figuras a lo que él me respondió que si era novato me convenía comprarme 3 pinceles de distintos tamaños y pinturas con colores primarios y neutros. El me dijo que con eso podía empezar a pintarlos, pero sólo una vez que le tomase la práctica a este hobby tan bello, pero déjenme decirles que nada barato, podría aventurarme a cosas un tanto complicadas. Una vez con las herramientas en mi poder volví rapidísimo a mi casa para poder empezar lo antes posible a darle vida a estas figuras.
Habiendo llegado a mi casa atravesé corriendo los ambientes de toda mi casa directo a mi habitación haciendo oídos sordos a lo que tal vez fuese un pedido de favor de mi madre, que en este momento carecía de mayor importancia que cualquier otro pedido de favor. Llegué a mi pieza y me encerré con llave para que nadie me interrumpiese, tomé dos figuras, puse las revistas de ayuda a un lado y saqué las pinturas y los pinceles que hacía minutos había comprado. Mientras intentaba recrear los colores exactos que aparecían en las revistas comprobé que el aviso del dueño de esta tienda no estaba más lejos de la verdad de lo que yo creía, ya que no solo era difícil encontrar el color adecuado y hacer suficiente cantidad para que alcance sino que también poder pintarlos con brillante precisión me costaba calamidades. Experimentado esto entré en un estado de cólera inmediato y me preguntaba por qué no podía pintarlos de la misma manera que los veía en las revistas, y mientras más buscaba respuestas más frustrado me sentía ya que cada pincelada que daba sobre alguna figura era, cuanto menos un desastre. Pero si ustedes creen que con esto yo me di por vencido; no, no, no, están muy equivocados. Para perfeccionarme en la técnica pasaba horas sentado en mi escritorio, a veces salteando comidas, mejorando cada vez más mis pinceladas. Y créanme que lo logré, en cuestión de días era un genio pintando. Pinté a todos las figuras que tenía con una precisión que envidiaría el más experto de los coleccionistas de figuras y me regocijaba con la mera de imagen de su cara en el momento que yo le mostrase mi colección.
Un tiempo después volví al kiosco de revistas ya no como un niño sino como un experto pintor y coleccionista. Le pedí al quiosquero que me entregase la revista del mes, cosa a la cual, el muy valiente, se negó rotundamente argumentando que simplemente la editorial a cargo de dicha revista había dejado de publicarla. Imagínense mi reacción para con estas palabras, ah no señor, cómo iban a dejar de publicar una tan hermosa y brillante revista porque al dueño de dicha editorial no tenía más ganas de hacerlo. Lleno de cólera y frustración decidí volver a mi casa caminando, eso, creía me iba a dar tiempo y paz para poder pensar que hacer a continuación. Cuando llegué a mi casa junté todos mis soldados perfectamente pintados y los junté a todos y me les quedé mirando con admiración, mientras los observaba se me ocurrió ir a pedirle consejo al amable dueño de la tienda ubicada en la galería. Así que eso hice, me dirigí a su local y le comenté de mi terrible problema. El me respondió que no me preocupara que hay muchos tipos de figuras, había aviones, soldados de la 2º guerra, y demás tópicos. Yo, quizás por mi cólera y frustración, me había negado frente a esta verdad innegable, después de todo no necesitaba esa revista, ya tenía una colección importante de esa versión de figuras y ahora me podría adentrar en coleccionar otro tipo de, como erróneamente llamaba mi madre, juguetes. Así que, siguiendo el consejo del dueño del local enfoqué mi hobby a coleccionar aviones, autos y todo lo referido a la 2º guerra mundial.
Durante años incrementé mi colección a niveles insospechables. Iba todos los meses religiosamente a comprar nuevas figuras. Sin tan solo ustedes viesen esas perfectas replicas de aviones de guerra o de las armas utilizadas por los soldados en la 2º guerra se sorprenderían y maravillarían por su perfección.
Una vez fui a comprar más figuras y cuando el dueño pronunció esas horripilantes palabras pensé que mi mundo se desmoronaría, él me dijo que ya no había más figuras por comprar, había comprado absolutamente todos los modelos disponibles, incluso los importados. ¡Qué horror! Me dije a mí mismo que la culpa era enteramente de esa decrépita y estúpida tienda que no tenía lugar ni para poder albergar una colección decente y a ese pobre hombre, porque sí, era un pobre hombre que no tenía ni idea de lo que estaba hablando, ahora yo era el experto en estas figuras. Insólitamente este hombre se asustó por mi reacción no muy lejana de lo normal y me “invitó” a que me fuera de su tienda, cosa a la que accedí ya que esa tienda no merecía la mera presencia de un detallista perfecto y un coleccionista brillante como lo era yo. Curiosamente, al mismo tiempo que atravesaba la puerta, él me dijo una frase que confirmaba mi presunción de que era una simple persona; él dijo que no me obsesionara con eso, ya que era un simple hobby; a lo que no pude responder de otra manera que con una profunda y sonora carcajada. Ahora entendía por qué ese hombre no me entendía, el no apreciaba mi arte sino que lucraba con eso, a través de su tienda utilizándome como principal cliente, cosa que no me molesta ya que valen cada centavo que pagué por ellas ¡Ay que bellas!. Pobre hombre pensé, una vez más y me retiré de ese estúpido lugar.
Durante días busqué nuevas figuras pero, tengo que reconocerlo, ese pobre hombre en algo tenía razón. La adquisición de figuras nuevas era algo que se me dificultaba cada vez más, cosa que me puso orgulloso pero también me frustraba porque mi colección todavía no estaba lista para ser exhibida. Sí, créanme nadie, absolutamente nadie había visto mi colección. Ahora esto era un problema ya que era tan grande la misma que no cabía dentro de mi habitación, le pedí a mi madre que me diera un lugar para poder guardarlas temporalmente, y ¿saben lo que me respondió la descarada?, que no iba a permitir que esos “juguetes”, como los llamaba ella, ocuparan un ambiente de la casa. A lo que le respondí que mi colección era mas importante que la casa misma, respuesta que generó una discusión muy enérgica en la cual tuvo que intervenir mi padre y mi hermana que, como era de esperar, se pusieron del lado de mi madre. Por esto me fui de mi casa con mi colección a cuestas, y logré alquilar un pequeño departamento en el cual seguiría desarrollando mi hobby. Una vez instalado en este lugar confirmé, nuevamente, las versiones de que mi colección estaba completa así que busque nuevos horizontes y descubrí a la taxidermia, que era el arte de embalsamar animales o todo tipo de seres vivientes. Consideré que esta sería la próxima etapa de mi colección. Averigüé sobre esto, pero una vez más el dinero se interponía entre mi pasión y yo. Pero no, esto no fue un impedimento, no, no, no me subestimen, de alguna manera conseguiría el dinero. Gracias a mi detallismo y mis perfeccionadas técnicas me fue muy fácil falsificar todo tipo de documentos, cheques, etc.. Era tan perfectas mis falsificaciones que no me descubrían ni nadie sospechaba de su veracidad. Igualmente yo hacía esto solamente para mantener mi pasión ya que si comenzaba a tomar prestadas grandes sumas de dinero, me podrían atrapar. Logré acumular una pequeña fortuna que me permitía holgadamente continuar con lo que me había propuesto en un principio Gracias a esto conseguí embalsamar a casi cada especie descubierta, y déjenme decirles un pequeño secreto: algunas no descubiertas aún, jaja.
Nuevamente no cabía espacio en mi apartamento, es por eso que, gracias a mi perfección de falsificador pude estafar a algunas pocas personas las cuales me prestaron el dinero suficiente para poder comprarme una casa mucho más amplia.
Una vez casi habiendo embalsamado la totalidad de animales descubiertos decidí que mi colección estaba casi completa pero necesitaba algo, sí, algo que nadie más tuviese, algo que complete mi colección y sobrepase la de cualquier coleccionista del mundo. Créanme que no fue fácil descubrir que era lo último que iba a incluir en mi colección pero, afortunadamente lo hice.
Un día, mientras estaba trabajando en una hiena embalsamada, tocaron a mi puerta un par de policías, a lo cual, al principio tuve temor porque de seguro venían a buscar información sobre mis falsificaciones. Pero luego mi temor se disipó porque me dije a mi mismo que era un perfecto falsificador, no había manera de que me atrapasen por la calidad de mis falsificaciones y mi detallismo absoluto. Abrí la puerta y muy cordialmente me presenté y los invité a pasar a mi casa. Yo no tenía mi colección a la vista de extraños pero estos dos policías lograron ver a la hiena embalsamada, cosa que lamenté porque iba a tener que desecharla ya que no sería “original” una vez que la exhibiese. La ofuscación originada por este infortunio no modificó, gracias a mi detallismo, mi actuar y hablar de persona sumamente cordial; los invité una taza de café y me entregué a su rutinario, y tan, tan aburrido -no como mi pasión- trabajo. Sin embargo, el motivo de su visita no era para investigar de mis posibles falsificaciones sino por la desaparición de mi familia entera, cosa que me causó una mezcla de sentimientos ya que estaba apenado por mi familia, no crean que soy insensible, pero estaba mucho más contento porque ni siquiera sospechaban de mis falsificaciones, jaja, no sospechaban absolutamente nada, jaja, pobre gente. Mientras el oficial me comentaba que un vecino llamó a la policía denunciando que hacía unos días que no veía más a mi familia yo no podía evitar seguir pensando en el armado de mi nuevo proyecto. Con el solo hecho de pensar en él, se me dibujaba una sonrisa anticipando el resultado de tan magnifica obra, que, pese a mi detallismo y perfeccionismo absolutos me costaba realmente esconder. Sin embargo me comenzó a preocupar la ausencia de mi familia en el momento de mi exhibición, cuyo evento ya me había comenzado a planear también. Despedí a los oficiales sin antes pedirles por favor que me comentasen el futuro inmediato de su investigación.
Durante los días siguientes mi gran proyecto empezó a tomar forma, aunque no era difícil si no utópico pero gracias a mis exquisitas habilidades podía torcer esta sentencia. Mientras mi proyecto llegaba a su final me puse en contacto con un museo de arte el cual por una no muy módica suma, créanme en esto, aceptó exhibir mi gran colección. Por fin todo el mundo iba a poder apreciar mi pasión y mi arte en su máxima expresión, sí, de solo pensarlo la emoción me invadía imaginando sus caras de sorpresa. En simultáneo con esto el oficial a cargo de la investigación de mi familia venía a menudo y ya casi les diría, en secreto claro, que éramos muy buenos amigos, sí, muy buenos, hasta le manifesté aspectos de mi ambicioso proyecto cosa que mantenía en el mayor de los secretos. Y hasta le dejé ver algunas figuras y un animal embalsamado para que, además de regocijar sus ojos, corriese la voz de mi próxima exhibición.
Después de tanta anticipación llegó el gran día, la galería se llenó de gente observando mi perfección y detallismo en su máxima expresión, si tan solo hubiesen visto sus caras. Pasadas unas pocas horas de comenzada la exhibición la velada dio lugar a la presentación de la coronación de mi obra, mi proyecto más ambicioso. Luego de la pronunciación de unas pocas palabras por mi persona procedí a quitar el manto de mi magnífica obra, sí, al fin podrían verla y maravillarse con ella. Al quitar el manto de un rojo sangre muy furioso, mi mirada se llenó de lágrimas al ver tan maravillosa obra hecha por mis manos, y giré, todavía emocionado, para ver las caras de los allí presentes; mi muy buen amigo también estaba allí. Cuando vi sus caras entré en un estado de cólera profunda y una impotencia intolerable ya que sus caras no mostraban ni sorpresa ni admiración, sino que eran caras de rechazo total para con la obra a la que había dedicado tanto tiempo. Enérgico les pronuncié unas palabras de una violencia tal que ni atrevo a reproducirlas en este momento, y a medida que pronunciaba estas palabras de lástima hacia esas personas, mi furia aumentaba aún más viendo que no entendían mi pasión en absoluto, tan furioso me volví que la seguridad de la galería, incluido mi amigo el oficial, tuvieron que llevarme a la comisaría más cercana con el fin de evitar que haga entrar en razón a los golpes a los espectadores de mi exhibición.
Una vez en la comisaría, pedí un móvil para poder irme a mi casa tranquilo después del terrible episodio acontecido anteriormente a lo cual se negaron rotundamente, ¿pueden creerlo?, no solo mi exhibición había sido un desastre sino que la policía atentaba contra mí. Me pusieron en una habitación durante horas hasta que al fin vi una cara amiga, era el oficial que visitaba mi casa. Sin embargo vi que el ambiente no era de lo mejor y mientras trataba de entender esta situación mi pensamiento se vio interrumpido por la pregunta del oficial.
-¿Por qué lo hiciste?- me preguntó
A lo que respondí que era mi pasión, la cual alimenté toda mi vida y dediqué la misma, sin embargo por la cara que tenía mi amigo, esa no era la respuesta que él quería. El quería saber sobre la obra cumbre de mi colección, la cual, decepcionantemente, él tampoco había entendido. Y le expliqué que cuando logré embalsamar hasta el último, sí el ultimo, de los animales no me quedaba nada más por coleccionar, entonces, le expliqué, que durante días no sabía que hacer hasta que pensé que tenía figuras que retrataban algo en especial pero en toda mi obra no había nada que retratase a la familia como unidad y es por eso que me dediqué de lleno a retratar esto. Esta obra tenía que ser perfecta ya que sería la culminación de mi colección. Entonces una tarde descubrí como hacerlo, fui a la casa de mi familia, tuve una charla con ellos y les comenté mi obra en proyecto. Tenía pensado graficarlos a ellos con unas figuras a tamaño real hechas de cera. Sin embargo se negaron rotundamente a prestarse para esta brillante idea. Yo simplemente no lo podía creer, les había dado la oportunidad de participar en mi obra maestra y ellos ni siquiera lo entendieron. ¿Quién se negaría? Me volví tan furioso que aventé la taza contra la chimenea haciéndola añicos. Mis padres, estupefactos, me dijeron que estaba loco y me dijeron que me vaya de inmediato de la casa que tiempo atrás solía habitar. No podía dejar que ellos me faltasen el respeto a mi y a mi obra. Con decisión y gran frialdad salté encima de mi madre y comencé a abrazar su garganta con mis manos haciéndola entrar en razón, sí señor, si hubiesen visto sus ojos me creerían que estaba funcionando. Podía escuchar sus huesos crujir por debajo de mi mano. Pero mi padre tuvo que intervenir una vez más, a quien tuve que poner en su lugar. Lo golpeé fuertemente haciendo que estrellara su cabeza contra el borde de nuestra chimenea de mármol. Sin remordimiento le dije a mi madre que eso era lo que les pasaba a las personas comunes y sin sentido que no poseían el don de entenderme, no merecían menos que la muerte, a lo cual mi madre respondió que estaba enfermo, ¿enfermo? ¿Yo enfermo? Y me lancé nuevamente sobre ella y traté de hacerla entrar en razón pero, era tan necia la pobre que no me dio mas opción que finalmente matarla. Cuando vi la escena de mis padres muertos, la genialidad llegó a mi persona y finalmente encontré lo que buscaba. Por fin tenía una pareja de humanos adultos a los cuales podría agregar a mi colección retratando a la familia, sin embargo me faltaban dos especimenes jóvenes. Mientras ubicaba los dos cuerpos tras la mesada de la cocina el destino tocó a mi puerta; era mi hermana con su novio. Terminé de ubicar los cuerpos prolijamente y abrí la puerta. Ante la sorpresa de ella por mi presencia, cordialmente los invité a que pasen y les convidé unos tragos. Hablamos un pequeño rato solamente para darme tiempo de pensar en como haría para convertirlos en mis nuevas piezas de colección. Sus constantes preguntas con respecto al paradero de mi padres y su mirada inquieta, no dejaban concentrarme. Por primera vez, mis nervios me jugaban una mala pasada y ya no podía sostener el incesante movimiento de mis manos. Podía sentir el sudor frío recorriendo mi frente. Cada ruido sonaba como si fuese amplificado mil veces. Mientras trataba de desviar la conversación, su novio se levantó. Rápidamente lo detuve tomándolo fuerte del brazo y le dije que no era necesario que se molestara yendo a la cocina –podría encontrar los cuerpos- que me dijera a mí que yo le traería cualquier cosa. A lo que me respondió que solamente se dirigía al baño. En medio de esta incómoda situación pude ver lo desprolijo que fui al observar los pedazos restantes de la taza que había arrojado contra la chimenea. Al ver eso me desesperé y consideré que era el momento apropiado para actuar. Derribé a la pareja de mi hermana con un fuerte golpe de puño. Mientras ella se encontraba petrificada por la situación empecé a aplicar el mismo método que con mi madre. Pero la improvisación me jugó una mala pasada y la pareja de mi hermana logró interrumpir mi accionar. Caí de bruces en el suelo, pero, para mi suerte, caí junto a los restos de la taza de té. Tomé el trozo más prominente, y en un solo movimiento me levanté. Con mi brazo continué el movimiento en forma de ataque. Logré cortar la garganta de mi oponente. Eso provocó un brote de nervios de mi hermana, quien empezó a gritar. Enseguida la tomé, la arrojé al sillón y con un almohadón le tapé su rostro, para callar sus gritos. No podía verle el rostro, pero movía sus brazos tratando se liberarse. Luego de unos minutos dejó de moverse. Estaba realmente apenado. Me preguntaba como haría para disimular el corte que le había provocado en la garganta al novio de mi hermana.
Esperé a que fuera de madrugada y uno a uno, saqué los cuerpos de la casa por la puerta trasera. Constantemente procuraba no cometer ningún error, ya que la manufactura de mi obra había comenzado. Vigilaba que nadie fuese testigo. Una vez los cuerpos subidos a mi vehículo, entré nuevamente en la casa y limpié todo rastro de lo acontecido anteriormente. Ya en mi casa, me puse a trabajar en mis figuras. Lo que hice fue un método más moderno que el de la antigua momificación egipcia, le extraje todos sus órganos, y le inyecté una sustancia en todo su organismo que hacía rígida su piel. El corte en la garganta de mi figura joven masculina no fue un desafío. No hace falta ahondar en la técnica utilizada, después de todo, no le revelaría el secreto incluso a m amigo el policía.
Ante esta detallada y perfecta pintura de la creación de mi obra máxima, mi amigo, incapaz de entender el pobre, no se regocijó como yo lo había hecho durante la misma sino que lo único que logró fue hacerme la siguiente pregunta:
-¿Convertiste tu familia en un objeto de colección?
A lo que respondí que todas las grandes obras necesitan sacrificios, y si mi obra iba a ser, como tenía en mis planes, grandiosa, la misma iba a necesitar un sacrificio a su altura. Después de todo afortunados ellos que quedaron inmortalizados en ella.
Espero que quién lea estas palabras haya podido entender mi genialidad , ay, si tan solo hubiesen visto mi colección. Desde lo más profundo de mi corazón me apena que no puedan ser testigos de tan magnífica obra.


Eldemente

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