lunes, 30 de julio de 2007

Archirrivales

Bueno acá va otro cuento de mi autoría, espero que les guste. ¡Disfruten!

Desde chico tuve problemas para relacionarme con las demás personas. Ya en el jardín de infantes presentaba estos síntomas que algunos podrían considerar patológicos, por ejemplo mientras todos jugaban, yo dormía la siesta. No lo hacía por llevarle la contra a mi profesora ni nada que se le parezca sino que no le veía el sentido a hacer algo que yo no quería en el momento que a mi profesora le pareciera.
Una vez ya dentro de la primaria mi comportamiento para con los demás cambió y se atenuó un poco mi aislamiento social, si puede llamársele así. Logré hacerme un grupo de amigos, compuesto por personas consideradas “raras” como yo, con el cual logré desarrollar mis habilidades sociales. Pese a pertenecer a un grupo al cual la gente miraba no con admiración sino como si estuviese observando a una nueva especie en el zoológico, logré destacarme entre ellos y fuera de este grupo. No conforme con mi desarrollado histrionismo, busqué diversas maneras de llamar la atención. A medida que pasaba el tiempo mi retórica mejoraba a pasos agigantados y podía envolver a cualquier persona en un relato, sin que él se diese cuenta de quién o qué estaba hablando, a menudo jugando con los artículos u obviando información. Por ejemplo, una vez con mis compañeros hicimos una especie de juego a ver quien podía contarle la historia más descabellada a una chica y que ella por lo menos se quedase con la duda de si era una historia verídica o el hábil invento de una mente juvenil. Está de más decir que el ganador de dicho juego era siempre yo, logrando a la larga el abandono del mismo por mis compañeros ya que ellos compañeros blandían la excusa de que no podían mentir de manera tan descarada como yo. Igualmente déjenme decirles que yo no mentía, no, ni lo más cercano; solo jugaba con el uso del lenguaje de una manera tan hábil que era imposible distinguir. Déjenme que les de un ejemplo. Un día volví a mi casa y le dije lo siguiente a mi madre:

“Mamá necesito que me firmes el boletín ya que fui nombrado primer actor en la obra de teatro organizada por la fecha patria venidera, de más está decir madre que fue todo gracias a las horas que invertiste en que yo aprendiese el parlamento para el papel”

Contenta y con una mirada obnubilada en su rostro, gustosamente firmó mi boletín de manera enérgica y rápida, con una sonrisa inconmensurable dibujada en la cara. Bueno, pasaré a explicarles que tenía esto de especial. Como creo yo, ustedes habrán leído ese párrafo sin demasiado interés y rápidamente, esperando una explicación de mis habilidades; imagínense mi madre que esperaba con ansias la noticia de si yo actuaría en la obra o no. Ustedes también habrán pensado que le mentí con respecto al papel y están en todo su derecho de creerlo, pero déjenme decirles que no le mentí en eso, es más me resultó demasiado fácil conseguir el papel debido a la floja competencia que tenía. No solo eso sino que en el párrafo no hay una sola mentira blanca. Lo que verdaderamente yo quería era que ella firmase mi boletín con notas alarmantemente bajas sin recibir reto o advertencia alguna. Ahora imagínense que yo les diga ese párrafo a ustedes mientras están ocupados en algo y esperan con ansias que su hijo sea nombrado actor en la obra. Agregando también lo despistada que mi madre era. Simplemente le prestarán atención a lo que mas les interese de la frase y, gracias a la falta de información con la que gozaba mi noticia, ustedes dejarían todo de lado para escuchar mas información sobre la misma. Esa era mi habilidad, obviar información y engañar con palabras. Ustedes dirán también que mi madre tarde o temprano se daría cuenta, sí tal vez, pero al otro día los castigados en el colegio serían mis compañeros mientras yo sería felicitado con creces. Después de todo, si el tema volvía a surgir siempre tenía la posibilidad de manejar la situación a mi conveniencia. Ese es un ejemplo que cité y entiendan que lo hice a la edad de 5 o 6 años.
Con los años me perfeccioné y mi vocación como actor cada vez se hacía más fuerte en consiguiente con la sed de fortuna también, déjenme confesarles. En la adolescencia no tenía límite y manejaba a todos a mi mero antojo. Nunca diciendo una sola mentira, porque una vez que uno miente la desconfianza en el otro es inexorcisable. Pero en 3º año de mi secundaria entró un nuevo alumno, cuyo nombre no merece ser pronunciado. Esta persona era muy desagradable a la vista pero, como yo, agradable al oído. A esta altura mi técnica había mejorado mucho con respecto al ejemplo anteriormente citado, ahora podía obviar verdades por días y de manera ordenada y sistemática. Pero para mi sorpresa la habilidad de mi ahora rival no estaba muy alejada de la mía, lo que causó una pequeña molestia, pero nada que no pudiese solucionar.
Pasaban los días y nuestras diferencias se acentuaban aún más, tanto que el rol de protagonista para la obra de final de año fue para él, pero no fue por mérito propio, créanme que no, sino que en mi audición usé casi todas mis herramientas para ponerle un fin a las aspiraciones de mi rival, lo que los ignorantes de mis profesores consideraron que no era para la obra ya que casi todos los papeles los había conseguido yo con anterioridad y consideraron prudente darle la oportunidad a otro chico. Pero no sólo en eso logró incomodarme, sino que gracias a su manipulación logró quedarse con mi grupo de amigos. Ellos se excusaron diciendo que era yo el que los había alejado a ellos, pero él no podría engañarme, no señor, no a mí.
Una vez egresados de la secundaria sin dudarlo me avoqué de lleno a mi vocación actoral. Pero gracias al llamado que realicé a un amigo logré enterarme, usando mis habilidades, que las aspiraciones de mi rival eran las mismas que las mías. Sorprendido porque mi rival ahora pretendía quedarse con mi futura fama me juré que iba a tratar de contra sabotear sus audiciones ya que, deduje, el estaba en camino de sabotear las mías. A menudo me postulaba a roles insignificantes e indignos de mi talento pero lo hacía porque él audicionaba para los mismos, claramente tratando de engañarme de que yo consiguiese ese trabajo para así él poder buscar un trabajo mucho mejor. Pobre estúpido, pensaba que me podía engañar. Pese a que me costó bastante, logré no quedar en ninguno de esos trabajos para infortunio de mi rival. Así lo hice durante un par de años, demostrándole a mi rival mi tesón y perseverancia. No le iba a resultar fácil arruinar mi carrera. Luego de unos años traté de localizarlo para poder sabotear de nuevo otra de sus audiciones, pero para mi sorpresa ya no conseguía ningún tipo de información de su paradero. Engañaba a productores y directores de casting con mis habilidades para conseguir información, pero tal parecía que él había conseguido un trabajo mejor ya que no se presentaba más a ninguna otra audición. Amplié mi búsqueda a otros sectores, tal vez había conseguido un trabajo mucho mejor y no como actor. Para poder hacerlo me conseguía trabajos chicos, roles pequeños, que me daban el tiempo suficiente para continuar con nuestra guerra personal, ahora, por el momento nada más, claramente ganada por él.
Pasaron muchos años y, por mi edad ya avanzada, no era tan fácil conseguir trabajos dignos de mi talento. Me lamentaba ya que él había logrado engañarme y había hecho que desperdiciara mi vida en nuestra guerra personal. En medio de mi desesperación y desazón conseguí un dato que me dispuse a confirmar. Logré certificar que la información obtenida era correcta o por lo menos, acertada. La información que había logrado conseguir era sobre su lugar de residencia. Me dispuse a comprobar con mis propios ojos la veracidad de esta información. Gracias a días de inspeccionar el movimiento del edifico logré confirmar con mis propios ojos que era allí donde habitaba mi eterno rival. Pero lo que me sorprendió y, al mismo tiempo, enfureció fue que él seguía tratando de engañarme. Utilizaba ropas sucias y de muy mala calidad y el barrio donde vivía era uno de los peores de la ciudad. Pero él no lograría engañarme, no a mí. Pese a mi furia, estaba contento porque seguía teniéndome miedo. Era comprobable porque él pretendía estar en necesidad viviendo en una casa muy pobre y vistiéndose como un mendigo. Esto también comprobaba mi teoría de que, gracias a que logró engañarme, él había conseguido acumular una suculenta fortuna lo que le permitía el lujo de simular ser otra persona. Me regodeaba viendo como simulaba, ya que lo seguí varios días y ni por un momento retomó su vida normal, evidenciado su temor de ser descubierto por su enemigo innato, que no era nadie más que yo. Dicho seguimiento me costó mi trabajo ya que las frecuentes ausencias a ensayos por mi parte, habían hecho que el director de la obra llegara a la conclusión de que no estaba comprometido con mi trabajo cosa que me sacó completamente de mis casillas, porque mi enemigo una vez más había logrado sabotear mi carrera . Ahora que había conseguido un muy buen papel en una obra a estrenar, él logró que desperdiciara mi tiempo en él teniendo como resultado mi despido de la obra. A pesar de ello, tengo que decir que la nueva situación en la que me encontraba me dio el empujón necesario para confrontarlo frente a frente, cosa que ninguno de los dos había creído necesario hasta el momento; era una guerra silenciosa. Estaba decidido, esto había llegado a una situación casi desesperante para mí. Sin ánimos de darme por vencido, fui a recuperar lo que era mío en un principio.
Lo seguí una noche hasta su casa, y me dispuse a esperar enfrente donde vivía. A menudo entraban y salían personas ya que era una pensión para gente desafortunada como yo. Ja, que bien había planeado su escondite ya que el constante movimiento de gente no permitía que yo entrara en acción. Esperé que la madrugada hiciera su acto de presencia y que el movimiento de gente fuese casi nulo. Esperé durante horas bajo la copiosa lluvia hasta que consideré que ya había esperado el tiempo suficiente para entrar en acción. Estaba decidido que esta era la noche de mi venganza.
El fortísimo ruido que provocaban mis puños al golpear en la puerta de la casa era indicio de que yo había ido allí con una agenda. La intensidad de mis golpes indicaba que si mi archirrival no abría esta puerta mis puños por sí solos la derribarían y me dejarían cara a cara con él por última vez. Tal vez por la cólera demostrada de mis golpes, ese desgraciado no tardó demasiado en abrir la puerta y llevarse el susto de su vida.
Mientras escuchaba los pasos de alguien caminando en dirección a la puerta, asumí que eran lo pasos firmes de él, por la arrogancia que demostraba dicha acción, lo que me provocaba un regocijo impresionante ante la venidera situación a desarrollarse entre nosotros dos. Era el encuentro mítico retratado en todas las artes durante siglos, era el encuentro entre el bien y el mal . Pero al abrir la puerta la sorpresa no fue de él sino mía. Al presentarme de manera enérgica –evidenciando mis intenciones- con nombre y apellido, el acusó no recordarme, a lo que respondí aún más enérgica y violentamente tratando que recordara mi persona; no, sino que admita que había pasado toda su vida tratando de que yo esté a la sombra de él. El me juraba y perjuraba que no me recordaba y eso no hacía más que enfadarme aún más. Logré que me recordara al fin pero me dijo que nunca había hablado conmigo y no entendía el propósito de mi visita a lo que respondí que no necesitaba hablar con él para descifrar los artilugios que utilizó durante toda su vida para dejarme en ridículo. Le dije que todas sus riquezas eran en verdad mías y que todo lo que había hecho de su vida pertenecía a mi por mera justicia divina. El, dando muestra de su arrogancia, me decía que no tenía ya más dinero, que había perdido todo en unos negocios mal hechos, cosa que me causó tanta gracia que no pude responder a semejante mentira de otra manera que con una sonora y liberadora carcajada. Yo sabía que el escondía sus riquezas de mi vista, sí, porque estaba aterrorizado por mi mera presencia. Lo amenacé y lo obligué a que me mostrara la fortuna que había logrado acumular a costa de mi miserable vida, a lo que se negaba ahora sí con una cara de espanto. Si ustedes hubiesen visto su cara, que oscilaba entre la perplejidad y el miedo, se hubiesen regocijado con esta escena. Viendo que mis amenazas verbales no llegaban a destino, saqué mi arma perfectamente preparada para esta situación, una hermosa y brillante Colt calibre .45, lo único que me quedaba en mi vida, heredada de mi padre. Ahora sí tenía una cara de espanto digna de mi deseo, aunque yo quería algún tipo de resarcimiento. Tan aterrorizado estaba que se puso de rodillas, con el caño de mi arma enfrentando su rostro, balbuceando entre lágrimas que lo único que le quedaba era lo que tenía a mi vista. Yo no podía creer la actuación que él estaba realizando, era digna de un actor de primera calidad, tengo que reconocerlo. A la vista de que su sufrimiento no colmaba mi deseo no me dio otra alternativa que pasar a la acción; tomé firmemente mi Colt y apunté sin siquiera temblar. El frío del caño en contacto con la piel erizaría los pelos de cualquier mortal. Martillé mi pistola anunciando el próximo disparo que terminaría con mi pesar, lo hice lentamente así disfrutaba su cara de horror mientras se dibujaba una sonrisa en mi rostro. Mirando su cara de estupor coloqué mi dedo índice en el gatillo y le advertí que tenía una última oportunidad para retractarse y reconocer su derrota. Apenas vislumbré un movimiento en su accionar, no me dio otra opción que apretar el gatillo antes de que pudiera evitar lo inevitable y así de una vez por todas podría acabar con mi pesar...
Yo leí una vez, durante mis estudios, que las personas que sufren una muerte abrupta tienen unos pocos segundos en los cuales todavía están conscientes de la situación a su alrededor y pueden ver por última vez el mundo que están dejando atrás, hasta que finalmente todas las funciones cerebrales se apagan. Bueno créanme que no es nada lejano de la realidad porque mientras caía al suelo pude ver su cara de horror toda manchada con sangre, lo cual dio paso a un profundo silencio en el que pude apreciar por vez primera su verdadera cara de espanto lo cual me generó un enorme alivio, mientras veía como mi eterno pesar llegaba a su fin. Después de todo ni siquiera su habilidad para mentir y actuar podía evitar que mostrase una cara de verdadero horror al ver una persona quitándose la vida ante sus ojos.


Eldemente

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sábado, 28 de julio de 2007

Tercer y último capítulo de Broch-Man


Bueno, este es el tercer y último capítulo de Broch-Man el Primer Superhéroe argentino. En este capítulo vemos como finalmente Broch-Man, ya entrenado, se enfrenta a su primer desafío. ¡Disfruten!



miércoles, 25 de julio de 2007

Segundo Capítulo de Broch-Man


Bueno, este es el 2º capítulo de Broch-Man el Primer Superhéroe argentino. En este capítulo vemos como se entrena para su vida ¡de vigilante. Disfruten!



sábado, 21 de julio de 2007

Broch-Man: El Primer Superhéroe Argentino



"Él era un joven como cualquier otro pero luego de un terrible accidente fue dotado de increíbles poderes..." Así dice la frase de cabecera de Broch-Man, el primer superhéroe argentino. Un cortometraje en clave de comedia creado por Mariano Andrés Ures. Este cortometraje está dividido en 3 partes de las cuales la primera recibió la "Mención del Jurado en la 3ª Muestra Internacional de Cine Independiente de Mar del Plata de 2006".
Así que acá subo la misma llamada "Un terrible accidente". ¡Disfruten!
Acá abajo tienen los links a la página oficial y al blog oficial

Página: www.broch-man.com.ar
Blog: broch-man.blogspot.com



martes, 17 de julio de 2007

Vincent - Tim Burton



Este cortometraje, realizado en stop-motion está dirigido por el mismísimo Tim Burton antes de haber siquiera dirigido un largometraje. Narra la historia de un chico llamado Vincent que sueña con ser Vincent Price (un famosísimo actor de terror). El cortometraje está narrado en forma de poesía y lo posteo en inglés con subtítulos en español para que puedan apreciar la voz del narrador, que no es otro que el mismo Vincent Price. Disculpen la calidad pero es de 1982. ¡Disfruten!



domingo, 15 de julio de 2007

Pixar - Boundin'



Este es otro corto de Pixar. Se llama Boundin' (rebotando) y lo pasaban antes de "The Incredibles" en el cine y fue nominado a un Oscar en 2003 como mejor corto animado. Me costó mucho conseguirlo pero al final gracias a la maravilla de youtube, pueden disfrutarlo acá...

viernes, 13 de julio de 2007

Pixar - Jack Jack Attack (The Incredibles)



Este es otro corto de los mostros de Pixar (sí me gusta Pixar y que?). Se trata de un cortometraje basado en el bebé Jack-Jack de "The Incredibles". Nos cuenta lo difícil que le resulta a una niñera cuidar al bebé de una familia de superhéroes aparentemente sin poder alguno, o ¿no? Disfruten...

miércoles, 11 de julio de 2007

Sonic: The Hedgehog



Este es un video de Sonic, sí el erizo que corría a lo loco en las pantallas de la gloriosa etapa de la Sega Genesis (sí la de los cartuchos). Los que jugaron al juego (los que no, no sé que hacían) cuando vean estas imágenes se darán cuenta de lo mucho que avanzó Sonic desde esas imaágenes en 2D. Este video es la escena de introducción para el Sonic: The Edgehog de la consola PS3 y la XBOX 360. Pueden verlo arriba en Youtube o si quieren pueden verlo en este link en formato Quickitme con una mucho mejor calidad. Sin más decir ¡Disfruten!

domingo, 8 de julio de 2007

Domingo

Este cuento no es mío (y por lo tanto, mejor), es de una amiga que (gracias a mi insistencia) me dejó que lo publique, así que nada más por decir, solamente disfruten:

Levantó la mirada por la ventana de su habitación, y no pudo resistir más de un segundo con los ojos abiertos debido al enorme haz de luz que iluminó su rostro al instante.
Recién se había despertado, y no recordaba la última vez que había tenido un sueño tan largo como éste. Algo de fantasía mezclado con realidad, no recordaba bien de qué trataba.
Buscó un abrigo, para protegerse del frío viento de una mañana de otoño, antes de salir a recoger el diario.
Luego, se preparó su desayuno de todos los domingos para acompañar su lectura matutina. Éste sólo consistía en café, y más café; casi nunca sentía hambre por la mañana, en especial los domingos.
Al leer los títulos principales que ofrecía la primera plana de su periódico favorito, notó, entre asesinatos y robos, la misteriosa desaparición de la niña Emily Armstrong. Algo en la foto de la niña le recordó a su difunta hija Melanie, a quien tanto extrañaba. No dudó ni un instante en buscar la página que ampliaba el tema con hasta los más ínfimos detalles de la investigación del caso. Una vez que terminó de leer pudo darse cuenta que no existían, por lo menos hasta el momento, pistas suficientes para siquiera suponer causas posibles de la repentina huida o secuestro de Emily Armstrong. Por un momento sintió pena al recordar el funeral de Melanie y el momento en que su pequeño cuerpo pasó a estar enterrado debajo de la tierra aquel domingo de otoño. Tristes recuerdos, pero pocas veces se acordaba con tantos detalles.
Dejó el diario de lado; ya bastantes noticias habían colmado su cabeza por el día, y le durarían toda la semana, ya que sólo había pagado para que se lo trajeran los domingos; aunque pensó que debería informarse más seguido sobre la situación en la que vivía. Sentía que la muerte de su hija lo había anclado al pasado por alguna razón.
Comenzó a ordenar su living, aunque estaba reluciente. Siempre lo ordenaba. Especialmente los domingos. Cierta obsesión se despertaba en él cuando pasaba por ahí. Limpiaba una y otra vez aquella mesa de vidrio, que parecía quebrarse si volviera a pasarle ese trapo húmedo una vez más.
Siempre hacía lo mismo. Cuando estaba harto de escuchar esos sonidos fastidiosos provenientes del sótano, se colocaba sus auriculares para tapar los ruidos y, al mismo tiempo, mantenerse actualizado con las noticias.
Cuando ya no soportaba más las molestas “voces” que escuchaba, arrojaba sin saber porqué restos de comida por las escaleras que llevaban a aquel cuarto oscuro, como si fuese a calmar bestias muertas de hambre. Por unos momentos los ruidos cesaban, o al menos eso creía él.
Lo siguiente que continuaba su rutina era tomar aquel viejo álbum de fotos, sacarle el polvo acumulado en la semana, y ver esas imágenes del pasado como si fuera la primera vez que se las entregaran en mano recién impresas en papel tibio. Largaba dos lágrimas. Una, dos, manchando siempre la misma página color rosa que se fue decolorando a través de los años, por recordar aquel domingo gris cuando falleció Melanie, su única hija.
Y cuando terminaba de derramar su última gota de agua salada sobre el álbum, volvían los ruidos; o al menos eso creía él.
Pero nada podía hacer al respecto, pues era domingo. Nada debía interferir con su rutina de ese día, el único día en que era conciente del pasado que tuvo, pero inconsciente del presente que vivía. Como si por un día volviera a aquel triste domingo de 4 años atrás, y nada que se le interponga podría corromper esa atmósfera de otoño creada en su mente. Los ruidos no paraban, pero todavía no era lunes. El no podía hacer nada.
El reloj dio las 12. Finalmente el día había terminado y algo extraño sentía en el cuerpo cuando la doceava campanada sonaba.
Al amanecer del día siguiente se levantó habiendo olvidado por completo el día domingo, como ocurría cada lunes. Se dirigió por la puerta que llevaba a las escaleras que bajaban al sótano como por inercia. Sentía en el fondo que había dejado allí algo pendiente.
Encendió las luces y allí estaba ella acurrucada.
-Ven Melanie, es hora de desayunar.
-¡Mi nombre es Emily te he dicho! ¿Cuando vas a dejarme ir?-dijo la niña
-Ven Melanie, es hora de desayunar.- dijo él con una natural sonrisa en su rostro.


Agostina Maegli

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lunes, 2 de julio de 2007

Primer Cuento: Sir Nicholas Dupin

Bueno este es el primero de los cuentos míos que iré publicando, publicaré un cuento por mes el primer lunes de cada mes. Luego durante todo el mes postearé cuentos de otros autores , noticias, cortometrajes, etc., pero no míos. Bueno basta de cháchara (como diría mi abuela) y acá está el cuento, espero que les guste (si no váyanse a la ****, chiste):

En la lúgubre Londres del siglo XIX un carruaje se dirige camino a la mansión de Sir Dupin; es de noche y pese a los esfuerzos de la luna llena por alumbrar los caminos, los árboles impiden el paso de la luz lunar mientras hablan entre ellos estrechando sus hojas unos con otros quizás burlándose de los inútiles esfuerzos de la insistente Luna. Debido a la poca luz y los difíciles caminos que debe atravesar es inevitable el constante movimiento de la caja del carruaje donde se encuentra Alan Ferguson, reputado burgués de Londres. Se dirige camino a la casa de Sir Nicholas Dupin, su querido amigo, el cual lo invitó con motivo de una reunión de despedida por su próximo viaje al exterior. El Sr. Ferguson si hay algo que odia es salir de su Londres natal y sólo lo hace para visitar a su amigo que habita en las afueras de la ciudad en una enorme mansión; él prefiere la ajetreada vida citadina de Londres a la cual está acostumbrado, con sus calles atiborradas de gente. Este viaje le provoca una expresión inconsciente de tristeza lo cual, se dice a sí mismo, debe cambiar por una sonrisa para no amargarle la visita a su amigo. Tanto tiempo empleado en el esfuerzo de manufacturar una sonrisa hace efímero el viaje en carruaje, comúnmente cansador y agotador. El golpeteo en la puerta del transporte seguido del anuncio de llegada por parte del chofer le confirman la llegada donde su amigo.

-Cuidado señor, hay mucho barro, procure no lastimarse- le advierte el conductor ofreciéndole la mano para poder bajar sin tropiezo alguno

-Muchas gracias, Igor siempre tan servicial como de costumbre –responde caballerosamente, como es habitual, el señor Ferguson, nuestro viajante

-Amo a mi amigo, pero Dios como odio su lugar de residencia –agrega Ferguson

-Siempre lo mismo contigo maldito desagradecido –una voz dispara como si fuese la bala del perpetrador de un asesinato

-Bueno sabes que odio el barro –responde con total tranquilidad Ferguson, mientras intenta hacer pie en el movedizo y resbaloso lodo que separa el transporte de la casa de su amigo, debido a que el hacedor de tal oración no era otro sino que el mismo Sir Dupin, importante señor de leyes en Londres y viejo y querido amigo de nuestro viajante, dando lugar a que nuestros dos amigos se fundan en un abrazo.

-Saludos mi querido Igor –dice Dupin, separándose del abrazo

-Saludos mi señor –contesta Igor muy respetuosamente

-Ay amigo, amigo donde has de conseguir a tan caballeroso y servicial chofer –comenta Dupin moviendo la cabeza como si siguiese el compás de una melodía en señal de resignación.

-En el mismo lugar donde te conocí a ti canalla, jajaja –responde con total sagacidad Ferguson

-Pasen, pasen pónganse cómodos –los invita a su enorme, pero tétrica y lúgubre mansión

-Oh gracias, pero Igor tiene otros quehaceres que realizar. El volverá dentro de unas horas a recogerme, verdad Igor?

-Sí, mi señor, agradezco su invitación, Sir Dupin, pero me temo que el señor Ferguson está en lo cierto, es por eso que me despido; hasta luego y que pasen una hermosa velada –mientras echa un grito y estalla su látigo contra el lomo de unos de los caballos del carruaje en una perfecta sincronización provocando el inmediato movimiento del transporte tirado por tan bellos y leales animales.

A medida que se adentra en la mansión, Ferguson recuerda porqué odia tanto ese lugar; el olor a madera vieja con la ayuda de la casi ínfima cantidad de luz, apenas para no tropezar con las paredes y los antiquísimos muebles que habitan ese lugar desde la era medieval según le había comentado con efusividad su amigo en otra previa reunión, generan un ambiente digno de una casa embrujada, aunque, se dice a sí mismo, él no crea en tales cosas.

-Te lo he dicho siempre, y siempre te lo diré mi amigo, no logro comprender como has de vivir en este lugar –dice Ferguson para romper el silencio sepulcral que habitaba esta mansión

-Jaja, siempre con lo mismo tú, verdad? Ya te lo dije me agrada estar alejado de la ciudad, nadie me molesta y puedo realizar mi trabajo de manera tranquila y sin el apuro de la cosmopolita, deberías intentarlo alguna vez y abandonar tan abarrotada ciudad - responde Dupin

-En algo tienes razón mi amigo, la verdad la ciudad cada vez está más colmada de gente, pero el peor problema es la inseguridad que habita tal ciudad –contesta Ferguson mostrando cierta desazón.

Por un momento esta charla es interrumpida cuando, uno de los tantos sirvientes que Sir Dupin tiene en su residencia, los invita a pasar a la sala de estar principal de la mansión –ya que hay muchas –de enormes dimensiones con una chimenea gigantesca que genera un fuego que parecería como si tuviese una conexión directa con el infierno. Sobre dicha chimenea se encuentra un retrato de toda la familia Dupin en el cual podemos ver a Nicholas Dupin (Sir Dupin) en su mas tierna niñez abrazado a su amada hermana y con sus dos padres.

La familia de Dupin es adinerada desde los tiempos en los que ha existido el dinero, tal es así que una vez en sus charlas Nicholas comentó que uno de sus tatarata-abuelos combatió espada con espada contra el mismísimo William Wallace. Verdaderamente Ferguson nunca se creyó enteramente esta historia ya que es de conocimiento público la naturaleza de dicha familia; es verdad que los Dupin han sido nobles y terratenientes desde la mismísima fundación de Inglaterra y eran conocidos por su comportamiento “extravagante” pero más que nada por su cobardía, fundamento en el cual se basaba la incredulidad de Ferguson para con esta pequeña anécdota. Ferguson creía, pese a nunca manifestárselo a su amigo, que Nicholas lo hacía para, de alguna manera, poder estar verdaderamente orgulloso de su linaje aunque sea en la imaginación de ellos dos.

Finalmente los dos queridos amigos se sientan en unos sillones grandísimos forrados con cueros de las tierras más lejanas y con nombres impronunciables, traídos especialmente para este uso; y es que dinero y tiempo era lo que le sobraba a Nicholas Dupin. Sin embargo Nicholas Dupin, respetado señor de leyes no sólo en Londres sino en toda Inglaterra, aunque a menudo esto era negado por él ya que el mote de noble y más que nada la palabra Sir lo “incomodaba”, según sus propias palabras; siempre decía que, a pesar de haber nacido noble, por sus venas corría un tipo de sangre totalmente distinta a la designada por su dinastía.

-Cognac, Alan? –pregunta Nicholas a Ferguson

-Si es bien añejado, mejor mi amigo

-No te preocupes, Alan tu sabés que a la hora de beber contigo sirvo mis mejores bebidas –responde Nicholas mostrando el gusto por el buen beber de ambos.

En seguida, a continuación, Nicholas llama a otro de sus tantos sirvientes para que les traiga las bebidas como si de un perro se tratase, cuando uno le pide que nos traiga la rama que arrojamos con dirección al horizonte, y quizás les parecerá graciosa dicha comparación pero si solo viesen la cara de satisfacción del sirviente al cumplir dicha orden tranquilamente la podrían comparar con el incesante movimiento de la cola de dicho animal cuando se siente extremadamente feliz. Una vez con las bebidas servidas y las pipas encendidas y tras Nicholas despachar a todos su servidumbre de dicha habitación la reunión da su comienzo.

-Y dime amigo, a donde te has de ir de manera tan repentina? –logra esbozar Ferguson entre una nube de intenso humo creado por las pipas de ambos mostrándose sorprendido por este viaje, aunque Dupin hacía constantes y numerosos viajes por todo el Mundo.

-Lamento no poder decírtelo Alan pero es algo que durante tiempo vengo pensando desde tú sabes...

-Te entiendo mi amigo, no tienes por qué decirme donde irás ya que ahora creo entender el porqué de este viaje –responde Alan recordando tan dolorosa tragedia.

Sir Dupin tenía una hermana a la cual él amaba con locura y, como él creía, era la causa por la cual el nunca había logrado formar pareja con ninguna otra persona, ya que el amor hacia su hermana rozaba lo enfermizo. Cuando eran pequeños su padre falleció de manera desconocida, razón por la cual él no lo recuerda en lo más mínimo, y quedaron solos al cuidado de su madre; pero esta falleció al poco tiempo también y quedaron una vez más solos esta vez al cuidado de los sirvientes de la mansión y su tutor, el ya fallecido Jeremiah O’Connor; será por esto quizás la razón por la cual Nicholas se aferró al amor de su hermana, lo único que tenía en su vida. Ambos crecieron y se volvieron apuestos jóvenes, él se había convertido en un exquisito pintor pero, debido a la insistencia de su tutor, se instruyó en el estudio de las leyes. El odiaba esto, el sólo quería pintar y pintar porque según él, el arte es un don indigno de negar. Sin embargo en dicha profesión se movía con la misma exquisitez con la cual pintaba aunque siempre decía que él podía pintar cualquier paisaje que se le ocurriese pero en los tribunales y las cortes el paisaje siempre era triste y desolador, otra razón por la cual odiaba esta profesión. No solo él desarrolló dotes artísticas, su hermana era una brillante cantante con una voz que poseía el hechizo que, según las leyendas de marineros, las sirenas utilizaban para enamorar embarcaciones enteras llevándolas a su perdición. Quizás no era una embarcación pero Nicholas se perdía de igual manera que las mismas con el canto de su hermana; constantemente le pedía que le interprete melodías a las que él respondía con una aún más bella pintura, obras que su hermana adoraba.

Pese a no querer formar ninguna pareja, y no es que él no pudiese porque literalmente las mujeres de todo Londres hacían fila para poder “atrapar” a tan buen partido, pero a él no le interesaba esto ya que con el amor de su hermana era feliz. Pese a esto su hermana pensaba de manera distinta; lo amaba sin lugar a dudas pero las inquietudes del amor eran mas fuertes en ella y, como las calificaba Nicholas, estúpidas y sin sentido. Sin embargo ella encontró el amor en otra persona, un noble de Yorkshire llamado Robert Greene; se enamoraron perdidamente y pese a que Nicholas, muy a su pesar, había aceptado tal relación, el no les perdía el rastro y cuando era abordado con el fin de interrogarlo sobre tan obsesiva actitud el esbozaba la excusa de que él estaba para “cuidarla”. Unos años después de haberse comprometido su hermana y Robert; una de las sirvientes mientras le llevaba la cena a la esposa de Robert la encontró desplomada en el suelo con los ojos grandes y punzantes mirando a la nada misma, un color pálido amarillento que el solo hecho de nombrar dicha tonalidad de color le puede revolver el estomago al más tolerante de los doctores y con la lengua fuera de su boca colgando hacia un extremo. Frente a tan espeluznante y perturbadora imagen lo único que logró hacer la mucama fue dar un grito llamando al Sr Dupin, quien en respuesta a tan desgarrador grito salió disparado de su habitación. Mientras corría por los largos y oscuros pasillos de su mansión sin saber realmente por qué o a qué estaba corriendo, se le ocurrieron millones de posibilidades por la cual la mucama lo estaría llamando pero nunca se imaginó lo que estaría por encontrar. Cuando finalmente llegó al cuarto de su amada hermana y encontró tan trágica escena, desconsolado se tiró al lado de ella y lloró como un niño durante horas; interrumpido por otro de los sirvientes de la casa le fue dada una carta encontrada a los pies de su hermana que decía lo siguiente:

“Tenías razón mi amado hermano, no puedo seguir tolerando los constantes humillaciones de mi esposo pero sin embargo no tengo la fortaleza suficiente como para enfrentarlo y más aún volver a dirigirte la mirada después de semejante error”

Ada



Una vez leída esta carta, la tristeza y dolor que habitaban el cuerpo de Nicholas Dupin mutaron en una furia y una ira incontrolables una vez hecho realidad lo que siempre había temido. Ni siquiera esperó a la ceremonia de defunción para buscar al culpable, Robert Greene, en ese momento en uno de los tantos viajes que este realizaba. Finalmente y gracias a sus habilidades como hombre de ley y sus tantos contactos dentro de dicho poder, Robert Benjamin Greene fue juzgado a la pena de muerte por agravios contra Ada Dupin, adulterio e incentivo de homicidio. Fue colgado en la horca en la plaza pública de Yorkshire donde especialmente pidió Nicholas para que sus co-terráneos vean a que monstruo habían criado. Desde ese momento y a pesar de haberse “hecho justicia” como dijo Nicholas, Sir Dupin cambió; no tenía más esa cara con la cual miraba a su hermana y dejó abruptamente de pintar alegando que, si su hermana estaba muerta no había a quien regalarle sus pinturas.

-Extraño tus pinturas Nicholas, realmente lo hago, yo creo que....

-Ya te lo dije Alan no dejé de pintar, mi hermana murió a manos de ese monstruo que es distinto –interrumpió abruptamente Sir Dupin con un leve signo de furia

-Bueno, pero si ahora me has dicho que el propósito de este viaje es que tenías algo pendiente con tu hermana, bueno me parece un buen momento para que retomes el arte de pintar, no te parece? –intentando que su amigo recupere la felicidad que se llevó su hermana al morir.

-Lo he estado pensando pero antes quiero cumplirle la promesa que le hice a ella pero bueno no quiero hablar más del tema, dime, como anda esa apestosa y mugrienta Londres por estos momentos –pregunta Dupin tratando de cambiar el tono de la conversación.

-Jajaja, sigue tan apestosa y mugrienta como la recuerdas, pero es mi querida Londres –responde Ferguson

-Lo repito, una y otra vez no entiendo como haces para vivir allí, miles de veces te invité a vivir aquí pero prefieres vivir allí entre toda esa gente, además escuché que están pasando unos eventos bastante perturbadores, no es así?

-Veo que estás informado mi buen amigo, y sí es verdad, últimamente hay varios problemas con los empresarios y sus fábricas y gente desempleada, y esas situaciones están dando a lugar a asaltos y crímenes horripilantes; es más hace un tiempo que vienen sucediendo una serie de crímenes, todos contra mujeres, ya han dejado a 9 hombres sin sus queridas mujeres, verdaderamente horrible –cuenta Alan haciendo una buena pintura del panorama actual de Londres.

-Ah si, he escuchado algo de eso, y entonces que haces allí? ven a vivir aquí, en mi ausencia serás el señor de esta mansión, y mis sirvientes te tratarán como nunca me han tratado a mí –ofreciéndole una más que generosa oferta a Ferguson dentro de una espesa nube de humo que apenas permite distinguir su cara.

-Oh, gracias mi amigo pero no puedo aceptar esa oferta, mis negocios requieren de mi permanente estancia en Londres.

-Deja de poner excusas, Alan. Con mi dinero puedo contratar a no uno, sino a dos empresarios más adinerados que tú para que manejen tus negocios y créeme que lo harían gustosos.

Luego de la permanente e insoslayable insistencia de Nicholas Dupin, Ferguson creyó que por esta vez le podría dar el gusto de vivir allí mientras su amigo se encontrara en el exterior.

-Está bien, mira, lo haré por esta vez ya que sigues insistiendo año tras año, pero por esta vez solamente, y estaré aquí esperándote a tu regreso, de acuerdo? –se rinde pese a años de esfuerzo de no querer mudarse allí.

-No podrías hacerme más feliz, amigo –contesta Dupin con un notable regocijo.

La “reunión” se extendió por casi 3 horas y ya la noche estaba dejando su lugar a la madrugada cuando Dupin, con el permiso de su amigo, se dirige en dirección a las habitaciones con el objetivo de ir a buscar unas llaves que Ferguson necesitaría durante su estadía en esa mansión. Para matar el tiempo, el cual sería mucho ya que, para ir de una habitación a otra uno podía tardar desde minutos a horas; decidió recorrer un poco la casa para ir conociendo un poco más dónde se alojaría. Ustedes se preguntarán por qué no conocía la casa de Dupin y esto es porque Nicholas nunca mostraba su casa ni a su mejor amigo, era una persona que no se sentía cómoda ostentando su riqueza, además si él quisiese mostrar todos y cada uno de los rincones de su mansión créanme que no le alcanzaría la vida a una simple persona el descubrir semejante vivienda.

Mientras Alan recorría la casa descubre una biblioteca una nunca había visto y al parecer poco visitada ya que el polvo que tiñe de un color grisáceo todo el ambiente y el hedor insoportable dan a entender que poca gente pasa su tiempo de ocio allí, después de todo, piensa, Sir Nicholas Dupin es un pintor. A medida que recorre la inmensa biblioteca descubre libros que ni en las bibliotecas nacionales han de poder hallarse, libros sobre la conducta humana y toda la colección de historias trágicas de Shakespeare por nombrar algunos. El Sr. Ferguson, gran aficionado a la lectura, se sumerge en esta biblioteca mientras descubre tomos y autores de los cuales nunca ha escuchado hablar, maravilado, mientras piensa que hará lo imposible para leerlos todos cuando se alojé allí durante la ausencia de Dupin. Invadido por una mezcla de sorpresa y fascinación no logra escuchar un grito que proviene de una empleada más de Dupin, un poco ayudado por la lejanía de las habitaciones unas de otras y otro poco por el cataónico estado en el que él se encontraba. No se entera de dicho grito sino hasta que es puesto al tanto del mismo por otro de los empleados de la casa, el cual le informa que escucharon un grito proveniente de unas de las habitaciones situadas en el ala izquierda. Alan responde a este grito de la misma manera que respondió Dupin en su momento, sale disparado desesperadamente con el objetivo de descubrir el por qué se ese grito que ni siquiera había escuchado. Pero esto no era tarea fácil ya que sumado a la incertidumbre y el nerviosismo que poseía, un sentimiento de angustia lo invadía y se odiaba por no poder descifrar esta enorme casa que, si la hubiese recorrido antes, quizás esto le hubiese facilitado la tarea. A menudo se equivocaba e iba de un pasillo a otro de la gigantesca mansión sin lograr descubrir de donde provenía el grito. Derecha, izquierda, ya no sabía para donde estaba yendo y los pasillos le parecían interminables. A menudo se confundía y volvía a recorrer lso mismos pasillos, aumentando su frustración e incertidumbre. Mientras corría por estos lúgubres pasillos se le ocurrieron miles de posibilidades de el porqué del grito, hasta se le ocurrió que una de las empleadas podría haber sido víctima de los últimos asesinatos que azotaban la ciudad. Distraído por este pensamiento choca violentamente contra una de las obras de arte destruyéndola por completo. Inmerso en la sorpresa de este incidente es interrumpido por uno de los mayordomos de Dupin, quien le indica que el grito provino a la derecha en la proxima intersección dle pasillo. A medida que se acerca puede escuchar el murmullo de los demás empleados, desperdigados por el camino. Finalmente dobla la esquina y encuentra a dos empleadas abrazadas y llorando desesperadamente en la puerta de la habitación que una vez habitaba la hermana de Nicholas Dupin. Deja de correr subitamente sin entender bien la situación ya que esa habitación había sido cerrada por Dupin el día que su hermana falleció y no dejaba a nadie entrar, como le había dicho Nicholas en su momento. De nuevo las peores ideas se le cruzaron por su cabeza. Repentinamente a Alan lo invadió un terror y una angustia insoslayables los cuales a esta altura no lo dejaban ni pensar ni caminar correctamente. Ustedes simplemente imagínense la escena: un pasillo lúgubre con una luz tan tenue que parecía que contradecía su naturaleza y en vez de alumbrar oscurecía aún más el pasillo, y dos empleadas de Sir Dupin abrazadas llorando de manera desconsolada no era, de seguro, el preámbulo a un buen momento. Despacio se acercó a la habitación sin saber bien qué iba a hacer, o qué descubriría allí dentro. Luego de luchar contra su propio cuerpo, el cual parecía que no quería entrar a esa habitación, logra entrar en la misma y descubre lo que nunca se hubiese podido imaginar. A los pies de la enorme cama con tirantes hechos a medida de encontraba el mismísimo Sir Nicholas Dupin colgado de una soga fuertemente atada al techo; rápidamente Alan lo bajó esperando que todavía estuviese vivo. Cuando logró bajarlo, cosa que no fue fácil ni agradable, puso en práctica su poco conocimiento de medicina adquirido mediante un libro y trató de resucitarlo utilizando una práctica y primitiva técnica de reanimación, pero todo fue en vano ya que su amigo ya estaba muerto y no había manera de traerlo nuevamente con vida. Mientras se encontraba en el piso con el cuerpo de su amigo en brazos y con la incertidumbre transformada en una indeseable certeza de que el grito provenía de una de las empleadas ante el descubrimiento del suicidio de su mejor amigo; miró alrededor de la habitación y descubrió que las paredes se encontraban tapizadas con pinturas. Ni siquiera eran cuadros sino que eran pinturas hechas sobre las mismas paredes. No le costó descubrir que el artífice de dichas pinturas no era otro que Nicholas Dupin pero lo extraño era que están pinturas retrataban con exactitud los violentos y repugnantes asesinatos últimamente concebidos en su Londres natal. Alan miraba estupefacto las pinturas de una mezcla de perfecta belleza, por los trazos casi a la altura de una obra maestra, y una repugnancia casi vomitiva por la escena que retrataban dichas obras de arte. Mientras digería y trataba de entender lo que estaba pasando una de las empleadas se le acerca y le avisa de que Dupin tenía una carta en su mano que el señor Ferguson había pasado por alto. Al tratar de quitarle la carta a su amigo casi tuvo que quebrarle los dedos de la mano, y pensó que esto se debía al rigor mortis que afecta a los muertos o tal vez se aferraba tanto a ella que ni siquiera en su muerte estaba dispuesto a soltarla. Una vez la carta en su poder lee que el destinatario de la carta no es otro que él mismo, es por eso que la abre y saca un papel escrito de puño y letra por su amigo que decía lo siguiente:

“Mi querido amigo:

Lamento tener que despedirme a través de un trozo de papel, pero es que no tenía otra manera. Para el momento que estés leyendo esta carta asumo estaré sumido en un profundo y eterno sueño. Imagino que ya te habrás dado cuenta también que las pinturas que encontrarás en esta habitación no son más que meros retratos de mis últimas actividades en Londres. Te parecerán repugnantes, asquerosas y estarás pensando que estoy, mejor dicho estaba, profundamente perturbado; quizás tienes razón, no lo voy a negar, pero si estoy perturbado no es más que por culpa de ese Robert Greene que se atrevió a quitar a mi amada hermana de mi lado. Si sólo supieses el infierno que le hizo pasar, la engañaba constantemente; pero parecía como que la tenía bajo un hechizo porque por cada intento mío de quitarle la venda de los ojos, lo único que lograba era alejarla de mi lado. Entonces no me quedó otra opción que matarla..., hice parecer todo un suicidio para poder inculpar a ese poco hombre de Greene, y tu sabés como terminó todo. Luego de eso no podía soportar el estar lejos de mi hermana y pensé en el suicidio muchas veces pero primero le tenía que mostrar a las personas por el sufrimiento que había pasado; no iba a seguir el destino de mi familia y ser un cobarde más. Conjuntamente con mi pequeño acto de justicia recuperé mi pasión por la pintura como podrás apreciar; retraté cada crimen que cometí con brillante y única precisión para que así puedas resolver el misterio que tiene en vilo a todo Londres. Lo gracioso de todo esto es que nunca vinieron aquí interrogándome sobre esos crímenes, supongo que nadie desconfiaría de un noble verdad?"


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